Varanus komodoensis El dragón de Komodo también llamado monstruo de Komodo, monitor de Komodo y varano de Komodo (Varanus komodoensis) es una especie de reptil de la familia de los varánidos endémico de Indonesia. Es el lagarto de mayor tamaño del mundo, pudiendo llegar a alcanzar una longitud de tres metros y un peso entre 80 y 140 Kg.[1] Habita en diversas islas de Indonesia como la Isla de Komodo.[2] Está emparentado con los mosasaurios, un tipo de reptiles marinos que vivieron hace 136 millones de años y que llegaban a medir hasta 17 metros de longitud.[3] El dragón de Komodo es actualmente una especie amenazada y se encuentra incluido en la Lista Roja de la UICN calificado como especie vulnerable.[4] Hallazgo: Aunque los nativos lo conocían bien y lo llamaban "cocodrilo de tierra" o "varano gigante"[3] y a pesar de su tamaño, era desconocido para la ciencia hasta el año 1910, los científicos supieron de él debido a las noticias llevadas por los pescadores de perlas holandeses Kock y Aldégon al gobernador.[5] El teniente Steyn van Hensbroek logró matar un dragón, tomar una foto y obtuvo piel y restos especímenes. En 1912 fue descrito por el director del Museo de Buitenzorg, Peter A. Ouwens. En 1926 W. Douglas Burden realizó una expedición a Komodo y cumplió el objetivo de obtener varios ejemplares, capturando 27 y examinando 70.[6] Hacia el año 2001 había aproximadamente 6.000 especímenes vivos. Habita 4 pequeñas islas de Indonesia, Komodo (1.700), Rinca (1.300), Gili Motang (100) y Flores (aproximadamente 2.000). Comportamiento: Este animal es un reptil cazador al acecho (carnívoro oportunista) y carroñero que, para matar, no tiene que atrapar a su presa, sino que basta con que la muerda una vez, ya que su saliva tiene enzimas anticoagulantes y hasta 82 tipos diferentes de bacterias que provocan una paralización y una septicemia en su presa, que muere a las pocas horas. Entonces, el dragón de Komodo sólo tiene que seguir el rastro de su presa, y comérsela. Para mayor eficacia de su mordedura, por evolución, los varanos de Komodo han desarrollado una dentadura compuesta por largos dientes curvos que poseen su borde cóncavo posterior ligeramente aserrado, esto y la gran fuerza que cada unos de estos dientes puede ejercer (provocando heridas casi "quirúrgicas" ya que la mordedura total de la mandíbula de un varano de Komodo es relativamente modesta, mientras que la presión de cada uno de sus dientes es muy fuerte) facilita la profunda penetración del mordisco atravesando la piel y gran parte de la musculatura de la presa con lo que contamina rápidamente la sangre de la víctima así como la debilita por la hemorragia. Luego de haber acechado y mordido a su víctima, que por lo general suele tener un tiempo suficiente como para huir gravemente herida hasta cierta distancia, los varanos de Komodo siguen su rastro aprovechando su lengua bífida que -como en el caso de los ofidios- les permite un sentido del olfato direccional (comparable al de una visión estereoscópica); luego al encontrar a la víctima agonizante la devoran. Cuando sus víctimas son grandes éstas son devoradas por varios dragones de Komodo al mismo tiempo; estos reptiles pueden ingerir el cuero, los huesos y hasta las pezuñas de sus presas. Los dragones (o varanos) de Komodo pueden alcanzar una velocidad equiparable a la del trote humano (unos 20km/h) pese a sus patas cortas y cuerpo bastante pesado y macizo, para llegar a "trotar" poseen una excelente capacidad aeróbica ya que el corazón de estos animales en tales circunstancias puede dividirse en solo dos ventrículos (como si fuera el corazón de un ave) lo que le da más eficacia aeróbica, tal eficacia se refuerza al poseer estos animales un dispositivo óseo en su alargado cuello que les permite expandir el ancho de su traquea y así poder inhalar y exhalar con gran eficiencia el aire que respiran. Generalmente se movilizan en grupos de 2 a 10 dragones. Este varano es el mayor superpredador de su hábitat por lo cual (excepto el humano) su mayor rival sería otro dragón de Komodo. Las luchas entre machos puede ser una mera demostración de fuerza, o un combate en serio. Los dos adversarios se levantan sobre sus patas traseras, normalmente aguantándose sobre el otro contrincante, y se arañan, se dan coletazos o se muerden. Los dragones de Komodo no muestran demasiada actividad durante las horas de máximo calor del día, convirtiéndose en auténticos cazadores en las horas crepusculares e incluso a primeras horas de la noche. Se han registrado carreras de corta distancia para atacar a algunas presas que han superado los 20 kilómetros por hora, aunque siempre en pequeñas distancias, utilizando de modo más efectivo el ataque por sorpresa, normalmente junto a fuentes de agua. Los adultos en su hábitat natural se alimentan con cabras, cerdos, jabalíes, ciervos, perros y búfalos, aunque han llegado a matar y a comerse a las personas, en especial a los niños.[7] Los jóvenes se satisfacen con ratas, pájaros, pequeños lagartos e insectos. Dentro del agua, estos reptiles muestran unas excelentes cualidades natatorias, llegando a desplazarse entre islas con extraordinaria facilidad. Recientemente, científicos de la universidad de Melbourne han encontrado un complejo sistema de glándulas productoras de veneno en el cráneo de los dragones de Komodo. El veneno de esta especie provoca una severa pérdida de sangre causada por un agente anticoagulante que posee y provoca un 'shock' en la presa que termina por matarla. Se trata de un compuesto muy similar al de muchas serpientes.[8] Reproducción: Los dragones de Komodo maduran sexualmente entre los 5 y 7 años.[6] El acoplamiento ocurre en primavera. El macho lame la nariz y el cuerpo y rasca el cuello, la espalda y los flancos de la hembra, antes de acoplarse; luego exhibe dos hemipenes, uno de los cuales acopla en la hembra. La hembra pone entre 15 y 35 huevos, cuyo período de incubación varía de 8 a 8,5 meses. Cada huevo pesa en promedio 250 g. Partenogénesis En diciembre de 2006, los científicos británicos descubrieron que las hembras de este saurio, son capaces de reproducirse sin ser fecundadas por un macho, por partenogénesis y hasta ahora los ejemplares así nacidos que han sido observados, son machos.[9] Los expertos, que relatan su investigación en la revista científica británica Nature, han detectado ese proceso de reproducción asexual, conocido como partenogénesis, en dos hembras de esa especie en peligro de extinción que vivían en cautividad en dos zoos británicos aisladas de los machos. 'Flora', que vive en el zoo de Chester (Inglaterra), puso en mayo de 2006 una nidada de 25 huevos, de los que once parecían ser viables, sin que se la hubiera cruzado nunca antes con un macho de esa especie. Tres de los huevos se malograron, pero los otros ocho continuaron desarrollándose con normalidad. El periodo de incubación en esa especie oscila entre siete y nueve meses. Nacieron cinco crías el 25 de enero de 2007.[10] [11] 'Sungai', que vivía en el zoológico de Londres, puso huevos dos años y medio después de su último contacto con un macho y sus crías, que nacieron siete meses y medio después, se encuentran sanas. Los científicos, dirigidos por Phill Watt, de la Universidad de Liverpool, sometieron a "pruebas de paternidad" a la nidada de ambas hembras y descubrieron que el genotipo combinado general de la camada reproducía exactamente el de su progenitora, es decir, que 'Flora' y 'Sungai' eran a la vez "padre" y "madre" de las crías. Según Kevin Buley coautor del artículo "Aunque se sabe que otras especies de lagarto son capaces de fecundarse a sí mismos, ésta es la primera vez que se tiene constancia de ese proceso en un dragón de Komodo".
viernes, 7 de agosto de 2009
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